- El poder se demuestra
Es un personaje polémico,
controvertido, ojo de huracanes arrasadores y protagonista de historias que se
convierten en fábulas.
Crítico, ingenioso y
prevenido, no quiso ser víctima del tiempo. Por eso adelanto los plazos. Tiene
mucha cuerda como para ser víctima de los retardos o los vencimientos.
Pero la importancia no
está en la forma, sino en el fondo.
Lo que dará paso a las
especulaciones, a las murmuraciones y, seguro inevitablemente, a las calumnias
y teorías.
La inmensa mayoría lo
llama “El Jefe Diego”.
Diego Fernández de
Cevallos Ramos, es su nombre. Y este miércoles 16 cumplirá 75 largos y azarosos
años.
En las relatorías que se
hagan de él, no puede evitarse el 14 de mayo de 2010. Porque fue una noche
crucial en su vida.
Acostumbrado a tutear,
ningunear, reclamar, regañar y corregir al más pintado, Diego sufrió una
acentuada humillación. Fue privado de la libertad. Secuestrado.
Hecho que dio paso a las
suposiciones y las especulaciones. La mayoría de ellas, que lo hacían víctima de
las críticas al sistema político que en esos momentos era encabezado por
integrantes de su partido.
Porque Diego ha sido
militante, recalcitrante y extremo, del Partido Acción Nacional que en la
geometría política lo ubican en la amplia y fortalecida derecha.
Nunca se ha sabido, ni se
sabrá, quiénes y por qué lo hicieron. Está claro que no fue por dinero.
Buscaban intimidarlo, darle una lección, decirle que no es tan poderoso como
sus adversarios lo sienten.
Sobran los que piensan,
pensamos, que en los viciados márgenes de los grupos policiales están los que
le raptaron. Esos que lo tomaron como rehén, para darle un escarmiento.
Fue un proceso agónico,
prolongado, el que estuvo aprisionado durante largos 7 meses. Angustia
extendida al círculo familiar.
Pasados los tiempos, ha
vuelto a reunirse con muchos de los que estaban en el poder, y de los que nunca
se han alejado de esos círculos.
En apariencia Diego vive
ahora plenamente su liberación, aunque se encuentre sometido al recuerdo. Al
martirio que le fue infringido.
Todavía debe tener
presente que, incluso, hicieron circular fotografías en las que se le daba por
muerto. Hacían suponer que los raptores lo habían ejecutado.
Los tiempos demuestran
que supo negociar. Que la docilidad apareció para desplazar la soberbia y la
vanidad que son parte de su atuendo diario.
Y como es gente de y del
poder, es que tuvo ruidoso festejo en donde aparecieron los expresidentes
Carlos Salinas de Gortari y Felipe Calderón.
Pero
como hubo de chile, de dulce y de manteca, apunte usted al exdirigente nacional del PRD, Carlos Navarrete.
A los ajonjolís de todos los moles: Porfirio Muñoz Ledo y Jorge Castañeda.
Importantes
como Carlos Slim. De mal recuerdo, José Córdoba Montoya y el discutible
cardenal Norberto Rivera Carrera.
Además
de José Narro, secretario de Salud. José Antonio Meade, de Sedesol. Ni se diga
el presidente del Senado, panista furibundo Roberto Gil Zuarth. El victimario
de Jorge Luís Preciado, Ignacio Peralta, gobernador de Colima y José Calzada,
titular de la Sagarpa.
Lista
interminable, los exprocuradores General de la República, Antonio Lozan Gracia
yArturo Chávez Chávez. El exdirector del IMSS, Daniel Karam, y el
exsubsecretario de Gobernación, Juan Marcos Gutiérrez. Además del abogado Juan
Collado y el exsecretario de Gobernación Fernando Gómez Mont. El secretario de
Desarrollo Económico de la Ciudad de México, Salomón Chertorivsky. Rafael
Macedo de la Concha.
El
gobernador de Querétaro, Francisco Domínguez. El dirigente nacional del PAN,
Ricardo Anaya. La jefa delegacional de Miguel Hidalgo, Xóchitl Gálvez.
Y
un mundo de gente, que llegaba casi al millar. Porque el poder se ejerce, no se
presume.
Aunque
aquí hubo de ambos.
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