CAMPAÑA DE DESCALIFICACIONES Y SIN PROPUESTAS EN VERACRUZ
En el circo de las campañas dominan los cobros de cuenta,
las descalificaciones, disputas mediáticas cuyo objetivo no es quien propone
más o mejor, sino quien grita y señala con mayor ironía.
A dos semanas de campaña que muestran las debilidades
partidistas para conectar con una sociedad que desconfía de las formaciones
políticas existentes, pues los problemas que se viven cuestionan a esas
entidades que reclaman la representación social y cínicamente se asumen como
garantes de las soluciones que tanto tiempo han quedado a deber.
Entrapados en la estridencia de su descomposición, los
actores políticos no dan visos de entendimiento de los mensajes que les envía
una sociedad demandante de nuevas formas de trato, de relación. Sus discursos,
su propaganda, su campaña se consume en los lugares comunes de la política
tradicional con los lenguajes habituales que no logran motivar la credibilidad;
los millones de pesos invertidos no han servido, pues “la rentabilidad” se
ubica en controlar los tradicionales votos de siempre de cada partido, sin
lograr la motivación de un mayor espectro electoral, si es que realmente eso
están buscando.
De particular notoriedad resulta la ausencia de peso de la
nueva figura electoral: el candidato independiente, el cual parece no ha
alcanzado a conquistar el espíritu antipartidario de una mayoría social que ha
hecho patente su hartazgo de las tradicionales formas partidarias. Las
maquinarias electorales de Veracruz han logrado sumirla en, hasta ahora, una
opción que no cobra el peso y la beligerancia que su independencia debía
brindarle, falta ver si el agotamiento de los partidos le permiten hacerse más
visibles y le dan el beneficio de la duda de ser diferente, de ser una
alternativa protagonista de la disputa por Veracruz.
El debate de propuestas, de acciones y compromisos que
construyan la ilusión social de la confianza y la credibilidad se encuentra
arrinconado por el griterío de unas alianzas que se reproducen en las viejas
interpretaciones y las atrofiadas formas de hacer campaña, bajo la premisa de
que al conjunto social solo hay que darle pan y circo, que las capacidades de
conectar con el electorado se circunscriben a prometer sangre de los rivales, a
simular la confronta y a plantear lo mismo, en envoltorio de varios colores.
Han transcurrido 15 días de la formalidad de una campaña que
adelanta pocos o nulos cambios en la vaciedad de unos partidos que solo aspiran
a defender sus parcelas de poder. Campañas sin conexión hasta ahora, de entre
las que esperamos se haga más presente el esfuerzo alternativo y regenerador
que paso a paso pueda ganar terreno en las expectativas ciudadanas, que se
sobrepongan al escabroso y obnubilado escenario actual, que nos permita
rescatar los sueños que confío en que todos tengamos.
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