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A LA MEXICANA / Samuel Cepeda Tovar




Desde luego que está de más echar las campanas al vuelo solo por el hecho de que ha entrado en vigor la nueva reforma judicial en México, en lo personal, me parece absurdo el triunfalismo de María de los Ángeles Fromow Rangel, quien es la Titular de la Secretaría Técnica del Consejo de Coordinación para la Implementación del Sistema de Justicia Penal, o en palabras más específicas y convencionales: la encargada de echar a andar el nuevo modelo de justicia penal en nuestro país, cuando refiere que la mayor parte de los policías, jueces y magistrados están ya capacitados en el nuevo sistema penal acusatorio, es más, la secretaria va más allá, pues afirma que con el nuevo modelo la justicia ya no será por “moches” a jueces y ministerios, además de que jamás volverá a escucharse el ya tan clásico mexicano: “usted disculpe”, estribillo que denota encarcelamiento injustificado de inocentes por años que termina en liberación al no existir pruebas delictivas. Según la secretaria Fromow, se trata de un cambio de cultura en la clásica procedencia de la impartición de justicia mexicana. Sin embargo, preocupan tres aspectos: el primero, que ningún cambio cultural se da de manera intempestiva, tampoco en un par de años, ni mucho menos dentro de un sistema tan viciado como el nuestro, en segundo término, se menciona que se han invertido más de 20 mil millones de pesos, que ciertamente nadie sabe exactamente en qué se gastaron y, por último, y es quizá el aspecto más preocupante, es que la encargada de la aplicación de la nueva reforma dice que es un sistema innovador, que no es una copia de ninguna otra latitud, que es un sistema que será “muy a la mexicana”, un sistema sui generis. Y es que la funcionaria olvida dos aspectos importantes: en primer lugar, no contamos con un sistema de procuración de justicia ejemplar que sirva como referente para aplicación a  escala nacional, sino que nuestro sistema judicial se ha caracterizado siempre por la corrupción y la ineficiencia, y por otra parte, la premisa de las políticas públicas es precisamente tomar ejemplos exitosos de otras naciones y “adecuarlos” al contexto actual, situación que ciertamente no sucedió. En este país partimos de la idea bastante práctica de que todos somos culpables hasta que se demuestre lo contrario, y por si alguien lo olvido basta con recordar a José Antonio Zúñiga, el presunto culpable, quien sufrió el calamitoso proceder de los ministerios públicos de nuestro sistema judicial. Y sin ir más en retrospectiva, los casos Ayotzinapa y Tlatlaya reflejan un sistema ineficiente que fabrica culpables mediante la tortura y utiliza métodos bastante cuestionables desde el punto de vista profesional y del enfoque de los derechos humanos. Y la mejor prueba, es el estudio del CIDAC titulado: Hallazgos de 2015, que afirma categóricamente que el 83% de los más de 350.000 policías de todos los niveles no están capacitados para adaptarse al nuevo sistema de justicia, con serias deficiencias como no saber preservar de forma adecuada las escenas de los crímenes, no resguardan evidencias potencialmente útiles y no saber cómo acercarse y cuidar a las víctimas, centrando sus esfuerzos en “quienes les parezcan sospechosos”. Así de contundente nuestra realidad. Sin embargo, la solución va por tres caminos: renovación absoluta de jueces y magistrados, métodos de control de confianza con criterio nacional para todas las policías, y, por último, transparencia absoluta atendiendo el viejo principio de que las averiguaciones deben ser privadas y los juicios públicos. De esta manera, una averiguación obliga a investigar posibles actos ilícitos de personas que pueden resultar finalmente inocentes, y una vez que las averiguaciones pasan a formar parte de un juicio, en ese momento deben volverse públicas porque la sociedad tiene derecho a saber si las pruebas son fidedignas, de esta manera, el sistema se vuelve más certero y profesional. La solución no es problema, el problema es querer hacer todo al estilo mexicano, aquél estilo que cambia todo para que simplemente todo siga igual.
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