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AVERSIÓN A LA LIBERTAD / Samuel Cepeda Tovar


"Aplasta su cabeza con una roca, degüéllalo con un cuchillo, atropéllalo con tu automóvil o empújalo desde un lugar elevado",  […] "Especialmente a los rencorosos y sucios franceses". Con estas palabras,  Abu Mohamed al Adnani, vocero del Estado Islámico (EI) alentaba en 2014 el asesinato de lo que ellos denominan “infieles occidentales”. Y es que el reciente atentado en Francia, particularmente en Niza, en donde murieron 84 personas, no es ya una casualidad en una Francia que ha sido azotada de manera recurrente por el terrorismo en lapsos demasiado cortos, y eso que es Francia una de las naciones que menos han intervenido en la llamada lucha contra el terror, señalando igualmente que en tan solo el lapso de un año, han sufrido seis ataques con resultados altamente fatídicos. De poco sirve explorar las causas del por qué esta nación ha sufrido atentado de manera reiterativa, cuando lo que importa saber es conocer las estrategias para evitar se siga lastimando a la sociedad y que estos sucesos puedan replicarse en otras latitudes poniendo en peligro el avance de la Democracia en pleno siglo XXI. Una de las primeras consecuencias es sin duda el ostracismo que se avecina contra minorías que por el solo hecho de poseer rasgos latinos u orientales sean sospechosos y señalados de activismo terrorista y por ello sean repatriados a sus países de origen, siendo este un acto de discriminación que atenta contra los principios básicos de un Estado de Derecho. El reciente BREXIT en Reino Unido es una prueba de hasta donde una nación busca aislarse como medida de protección contra el fundamentalismo o extremismo en aras de mantener la tranquilidad en su seno social, trayendo como consecuencia problemas de índole mundial en ámbitos tanto económicos como sociopolíticos. De igual manera, actitudes como la intolerancia se refuerzan y son captadas y esgrimidas contra minorías por líderes que con ideologías recalcitrantes como lo son Donald Trump en Estados Unidos o la misma Marine Le Pen del Frente Nacional en Francia que fortalecen la extrema derecha con todas las consecuencias perniciosas que trae consigo este fortalecimiento y que, cabe mencionar, están incrementando de manera preocupante su popularidad.
Desde luego que cada nación es responsable de establecer sus requisitos o controles a la inmigración, sin embargo, actitudes xenófobas son alimentadas en detrimento de todos los que por las razones que sean, han decidido buscar el desarrollo personal en diversos países y con ello inyectar dinamismo a la economía mundial, pues se calcula que son 1. 670 millones de dólares, la cantidad total de efectivo que los migrantes del mundo en desarrollo envían a sus familias, lo que pudiera verse afectado en caso de controles más estrictos a la migración y la posible repatriación de personas que por su color de piel o religión pudieran ser sospechosos de actitudes fundamentalistas. Estamos llegando sin duda alguna, al escenario que vaticinara acertadamente el politólogo Samuel P. Huntington, en su brillante libro titulado: “El choque de civilizaciones”, en donde la tesis del intelectual es sencilla: “las relaciones entre civilizaciones variarán normalmente de lo distante a lo violento”.  Nos enfrentamos sin duda a un terrible enemigo: el extremismo, y quizá todavía peor, a sus consecuencias: la mutilación de la Democracia. La solución no estriba ya en el diálogo, pues tratándose de prejuicios y fanatismos religiosos y culturales las personas simplemente abandonan el racionalismo y caen en los brazos del fanatismo. Nos toca como sociedad educar a nuestros hijos en la cultura del respeto hacia los demás, de la obediencia hacia la ley, de la convivencia bajo el estigma de la tolerancia. De otro manera, seremos participes del extremismo y la intolerancia que tanto daño hacen a nuestras sociedades.




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