Es
sin duda una realidad, además de que el escenario ya se vislumbraba con
bastante antelación, y es que el único dique que enfrentaba Donald Trump para
obtener la nominación de su partido como candidato a la presidencia de los
Estados Unidos, me refiero a Ted Cruz, ha sido ya derrumbado al ser derrotado
este último en las primarias de Indiana frente al magnate republicano. Ante ello, la nominación es ya inevitable.
Ante
este panorama surgen ciertamente algunas preguntas: ¿Y si Trump gana la
presidencia, qué pasara con México?, ¿Por qué el magnate ha logrado tanto apoyo
con sus discursos incendiarios?, ¿Cuál pudiera ser la consecuencia directa para
el desarrollo de nuestro país si el republicano logra derrotar a los demócratas
y asume la presidencia de los Estados Unidos?
A
respecto del apoyo que el republicano ha recibido, este se explica de manera
sencilla en la esencia del análisis de Samuel P. Huntington,
quien escribiera un iconoclasta, pero certero libro titulado: Who
Are We? The Challenges to America's National Identity, o El Reto Hispano, en el
que afirma que la sociedad norteamericana ve amenazada su forma de vida o sus
instituciones ante la arremetida de la migración hispana, misma que “erosiona”
las instituciones norteamericanas. Ante ello, el escritor solo deja ver un
sentimiento antihispano estadounidense tácito, es decir, no se ve a simple
vista, pero se encuentra presente, y la mejor muestra es que la intención del
republicano de optar por la repatriación de once millones de mexicanos
inmigrantes es una idea que atrae a los votantes estadounidenses y que da
prueba fehaciente de los dicho por Huntington. De otra manera no se explica el
avasallante avance en las preferencias electorales del republicano de ultra
derecha.
Ahora
bien, en un posible escenario en que derrotara a los demócratas en la contienda
electoral y asumiera la presidencia, se especula demasiado sobre las supuestas
terribles consecuencias para México. Sin embargo, me parece que de pronto esos
especuladores abusan de vislumbrar escenarios que realmente son difíciles de
presentarse. Y es que Estados Unidos no es una dictadura en la cual el presidente
o líder pueda decretar medidas que afecten la economía de dicho país, pues
existe una marcada división de poderes en donde claramente existirían diques a
las ideas radicales del republicano, además de que el federalismo es extremo en
aquel vecino país y los Estados cuentan con niveles de autonomía que
simplemente pueden mantener índices de migración que económicamente les
convengan a reserva de la actitud xenófoba del posible presidente republicano.
Es
cierto que el discurso incendiario de Trump genera adeptos y miedo en los
hispanos o musulmanes que radican en Estados Unidos, ciertamente su sociedad
tiene el derecho de aceptar o expulsar a individuos no deseados, no obstante,
la simbiosis entre hispanos y estadounidenses en cuestiones económicas y políticas
es tan compleja y delicada que no basta tan solo con un decreto para que esta
se extinga, pues se trata de una relación institucional con extensas, fuertes y
profundas raíces difíciles de extraer.
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