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LA RESISTENCIA DEL MAL / Samuel Cepeda Tovar



Nadie dijo que sería fácil, en lo personal algunos amigos y conocidos me aseguraban que no tenía caso el esfuerzo, sin embargo, formé parte de la iniciativa ciudadana “Tres de tres” como recolector de firmas para enviar una propuesta ciudadana de ley para combatir la corrupción en este país. Lo difícil de esta campaña ciudadana no consistía en la recolección de apoyo mediante firmas, sino en las propias resistencias que la ley “tres de tres” encontraría a su paso precisamente en la clase política representada por nuestros diputados y senadores que, ciertamente, algunos de ellos representan el lado más oscuro de la legalidad y que atienden intereses que luchan porque esta ley no prospere. Esta propuesta cívica que consiste en tres declaraciones (patrimonial, de intereses y fiscal), va mucho más allá del ineficiente Sistema Nacional Anticorrupción que echó a andar el gobierno de Peña Nieto y que sin duda se ha caracterizado por ser solo un adorno más dentro de nuestro sistema de buenas intenciones que buscan cambiar para que todo siga igual.
Las resistencias vienen disfrazadas de simpes formalismos que amenazan la eficiencia de dicha iniciativa. Para empezar, sucede lo mismo de siempre, las dos cámaras no logran ponerse de acuerdo en aspectos que resultan axiales para el buen funcionamiento de esta ley, pues temas como los tipos penales sobre los delitos de corrupción y las especificaciones sobre las competencias de la nueva Fiscalía Especializada en Materia de Delitos de Corrupción no han sido ni detallados ni mucho menos acordados, y es que de manera sencilla, sin tipificar cada uno de los delitos que van desde falsear información hasta desviar recursos públicos en beneficio propio, además de crear al organismo encargado de enfrentar la corrupción sin claras y detallas atribuciones, parecen ser una especie de complot para que dicha ley pase a formar las filas de las buenas intenciones. Por si esto fuera poco, en lo referente a las declaraciones patrimoniales, existe en riesgo de que aprueben que cada funcionario pueda presentar una pública y una privada, con lo que la transparencia se vería  acotada y el combate a la corrupción no se entiende sin la transparencia. Los autores de estos obstáculos y resistencia, cabe mencionar, son plenamente identificados y pertenecen a las bancadas del PRI y el PVEM. 
El otro obstáculo o resistencia, sin duda, es el tiempo, pues parece a propósito que cuando se trata de leyes de gran calado, lo dejan todo al final para que en las llamadas “sesiones maratónicas” aprueben todo sin las observaciones adecuadas y sin darle tiempo a organismos externos de opinar sobre los dictámenes de leyes antes de su aprobación. Y es precisamente lo que está sucediendo en estos momentos, pues el lunes culmina el periodo ordinario de sesiones y para ese día se planea aprobar la ley en lo general en sesión maratónica, lo cual sencillamente no augura nada bueno.
La corrupción, sin duda, es el mayor problema que afecta a nuestro país, y está presente en todos lados, ante el magro panorama, la ley tres de tres supone ser un inyección para eliminar el mal, sin embargo, la iniciativa se encuentra en peligro, y al parecer somos pocos los que estamos alarmados por el posible fatídico desenlace de esta iniciativa, y en esa apatía del gran resto de los ciudadanos, radica la esencia del verdadero mal, pues la corrupción vive gracias a la indiferencia ciudadana.






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