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ENROQUE ANALITICO / EN EL SÓTANO / Samuel Cepeda Tovar


Los resultados ya no sorprenden a nadie, pues los mismos ya son condición “sui generis” del sistema educativo de nuestro país. La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) vuelve a publicar su lista de países evaluados mediante la prueba PISA y como siempre en 15 años, nuestro país aparece en el último lugar de los miembros evaluados.
Gabriela Ramos, directora del gabinete de la OCDE fue enfática y contundente: “el desempeño de México siempre fue decepcionante, y continúa siéndolo”. PISA, evalúa el desempeño de los estudiantes de secundaria en ciencias, lectura y matemáticas, y en su última medición de 2015, los resultados son bastante deplorables, pues en términos generales, la mitad de los estudiantes de secundaria en México no poseen los elementos básicos para poder competir en el actual contexto global, condenando su futuro educativo a perpetuar el pauperismo que distingue a más de 60 millones de habitantes de este país.
 No sorprende, desde luego, que haya iniciado la búsqueda de culpables, sobre todo cuando las miras apuntan a un gobierno federal que recién ha implementado una reforma educativa.
 Y aquí precisamente, es menester señalar que no es el gobierno federal el culpable, pues la reforma tendrá sus primeros resultados dentro de mínimo un sexenio más.  Entonces, la pregunta es obligada: ¿de quién es la culpa?, ¿de los maestros?, ¿de la falta de recursos?, ¿de las vicisitudes políticas?, ¿de los mismos alumnos que no tienen la capacidad para obtener buenos resultados?
Podemos comenzar por los señalamientos obvios como la falta de recursos, y aquí los números parecen demostrar que este no es el problema, pues nuestro gobierno invierte casi 28,000 dólares por estudiante entre el intervalo de  6 y 15 años. Tratándose de los vaivenes políticos, la reforma educativa fue constitucional, es decir, atravesó todo un proceso que asegura que intentar reformarlo requerirá un gran esfuerzo similar al “Pacto por México”, que difícilmente se presentará de nuevo.
 Restando del problema a las autoridades actuales, a la falta de recursos y a los vaivenes políticos, ¿sería entonces posible culpar al binomio maestro-alumno? ¿Hasta dónde el desempeño docente es culpable del atraso educativo de este país? Me atrevería a culpar a los docentes, pero no a los actuales, sino a los que les precedieron y que fueron producto de un sistema anacrónico que se preocupó por llevar educación a  todos los rincones de México, pero sin poner atención a la calidad, y que fueron sobornados por un sindicato al servicio del partido gobernante. Viejos vicios aún están arraigados, vicios que seducen a docentes que no esperaban un cambio radical que buscara resolver nuestro marasmo educativo.

 PISA, PLANEA, EXCALE, son solo reflejos de una realidad que se resiste a desaparecer bajo una reforma que intenta desplegarse sin encontrar un rumbo determinante. Aun y si encontramos un solo culpable, la pregunta que debemos respondernos es cómo hacer para encontrar el camino de la redención de la pobreza educativa, aquella que nos saque del sótano que nos condena al subdesarrollo. La actual reforma nos dará una respuesta, pero debemos esperar a que rinda sus primeros frutos o muestre sus debilidades y rediseñar la estrategia. Nadie dijo que derrotar al pasado sería sencillo. 
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