Paul Garza Rodríguez
Un momento
por favor. No hay que echar las campanas al vuelo. La victoria de Carlsen en la
décima partida, realmente no convenció.
Para quienes
seguimos muy de cerca los movimientos, y más lo agregado por los comentaristas
especializados en escudriñar los laberintos del juego de los dioses, podemos
decir, con toda seguridad, que el campeón quería empatar y así lo demostró al
tratar de forzar tablas por lo menos en dos posiciones.
Sin embargo,
un embriagado Karjakin por anotarse otro punto y clavar la estocada final,
eludió el empate y prefirió experimentar otras líneas para penetrar y dominar
el territorio enemigo o tal vez con la intención de exasperar la tensión del
noruego hasta que cometiera un error de juicio.
El riesgo en
el ajedrez como en la vida tiene sus consecuencias fatales. El peligro de
perder o de ganar lo sostiene una cuerda floja que en este caso no valió para
un atrevido Karjakin, puesto que el genial Carlsen supo detectar a tiempo la falla
con cirugía microscópica hasta conducir un final a su favor.
Que va a
pasar ahora?, esa es la interrogante que los amantes del tablero de las 64
casillas nos hacemos. Pues nada, que Carlsen volvió a renacer, porque ya se
quitó la pesada piedra de la derrota que pudo marcar la diferencia si los
siguientes encuentros terminaran en tablas.
Para este
sábado veremos a un Magnus más fresco y
renovado, probablemente al auténtico campeón que asombró al mundo a los 22 años
cuando despojó del título mundial al hindú Viswanathan Anand hace tres años, y está
listo con toda la energía, para conservar su corona.
De tal manera
que Sergery Karjakin deberá sacar todo su potencial sin miramiento alguno, ya
que hasta ahora ha demostrado una férrea defensa y un increíble control mental tan
capaz como una poderosa máquina para encontrar la respuesta, la salida o el
contrataque de un agresivo campeón Carlsen.
Pero no hay
que olvidar que ambos son seres humanos y llegarán muy agotados para enfrentar
estas dos últimas y cruciales partidas en donde está en juego una corona tan
deseada por Rusia cuyo gobierno de Putin está al cien por ciento enfocado para
recuperarla, no por el emblemático título, sino el orgullo de la inteligencia
que lo representa.
Así las
cosas, el mundo del ajedrez se paralizará a partir de este sábado a la una de
la tarde hora de México para presenciar el onceavo encuentro y el doceavo si es
necesario este domingo.
Como dije en
una colaboración anterior, cierro con estas líneas: si gana Carlsen, nos
demostrará el porqué es el campeón
mundial. Si Karjakin lo supera, nos enseña una gran lección: el ajedrez más
que un juego maravilloso, es infinito para la excelencia cuál misterio mismo de
la vida.
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