Es
cierto, jamás nos hemos destacado como una potencia mundial deportiva, bueno,
realmente nunca hemos fulgurado como nación en nada positivo, salvo los
rankings de corrupción e inseguridad en los que somos siempre punteros. A
propósito de los actuales juegos olímpicos efectuados en Brasil, es preciso
señalar que hasta la redacción de ésta columna, y faltando tan solo cuatro días
para el final de las competiciones, el medallero para México suma cero preseas.
Desde luego que hasta el momento resulta ser la actuación más patética de la
delegación mexicana en juegos olímpicos desde parís en 1900, en donde obtuvimos
por cierto, una sola medalla, siendo en México 1968 cuando obtuvimos el mejor
resultado al obtener nueve preseas. La calamitosa actuación de nuestro país en
nuestras olimpiadas nos obliga, en primer lugar, a realizarnos la clásica
pregunta de cada una de las tragedias deportivas mexicanas: ¿A quién culpamos?
¿Acaso será culpa del clima de Brasil? ¿Podría tratarse de cuestiones técnicas
propias de los recintos deportivos? ¿Será que los deportistas no llevan la
preparación adecuada? O, finalmente ¿Será culpa de nuestro gobierno que no
genera las condiciones apropiadas para explotar nuestros talentos deportivos?
Para no parecer un antinacionalista y no herir susceptibilidades de personas
cuyo apoyo a nuestras delegaciones es más emocional que racional, es preciso
echar un vistazo a lo que bien parece ser el origen de nuestros males: El
exiguo apoyo por parte de nuestras autoridades a los atletas que nos
representan. Aunque en este punto, ciertamente los números no cuadran, pues
solo para la justa deportiva de Rio de Janeiro, se han destinado directamente a
la CONADE 8 mil 760 millones de pesos, una cantidad más que apropiada para
avituallar a nuestros deportistas y, sobre todo, con la promesa del gobierno de
entregar a cada atleta que consiga una medalla un estímulo de TRES millones de
pesos a quien consiga presa dorada, DOS millones a quien consiga plata y UN
millón de pesos a quién logre colgarse el bronce. En otras palabras, el
presupuesto para el deporte es generoso, los estímulos a los competidores son
más que atractivo… entonces… ¿Qué nos falta?
Según
los panistas, la culpa es del titular de la CONADE, Javier Castillo, quien no
destina los recursos de manera apropiada y eficiente, Castillo, por su parte se
defiende con frases como las siguientes: “en
un calendario diferente, que hubieran estado en un los primeros días, podríamos
tener un escenario distinto”; “Paola
Espinosa y Alejandra Orozco fueron hoy víctimas de los jueces”; “Si bien es cierto el día de ayer había altas
expectativas con Iván y Germán, creo que eran una de nuestras cartas más
fuertes, se ha hecho patente las consecuencias que nos trae este conflicto que
tenemos con la Internacional de Natación, fue un jueceo bastante cuestionable”;
“Iván ha tenido un año difícil en cuanto
a lesiones, igual que Germán”; “Son
generaciones de chicos que tienen entre 20 y 25 años, que van a tener su
verdadera fortaleza en Tokio, dentro de cuatro años, hay que ver por el futuro,
estamos construyendo a nuestros atletas”
Entonces,
insisto, ¿A quién culpamos?, ¿A los jueces? ¿A la falta de experiencia? ¿A las
lesiones? ¿A las luces?... La justificación de la mediocridad siempre es
abundante, y para iniciar un verdadero cambio, hay que reconocer la realidad, y
hasta que no lo hagamos en público y estemos conscientes de ello, no podremos
enmendar el camino, pero somos más emocionales que racionales, ahí está el
principal problema.
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