México:- Somos polvo de estrellas, decía el astrónomo Carl Sagan. Vida a partir de la muerte estelar, afirmó Pablo Velázquez Brito, quien estudia en la UNAM los plasmas astrofísicos: “somos hijos de los remanentes de supernovas”.
En un comunicado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el investigador del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) explicó que un remanente de supernova (del latín nova, nueva, porque en la antigüedad la explosión de una de ellas se veía como una nueva estrella) es un cadáver estelar.
Agregó que un cadáver son los restos de una estrella que estalla al perder el equilibrio entre la presión de radiación y la gravedad. Una estrella genera energía mediante la unión de elementos. Si fusiona hidrógeno, obtiene helio; de helio, litio, "y así toda la tabla periódica".
Este proceso genera energía y elementos; no ocurre igual con el hierro, que le quita energía, hace que se desestabilice y explote. Es el caso de la supernova tipo II.
Al pasar por ese proceso, libera todos los elementos que son importantes para la vida y el ser humano: "el carbono para nuestro ADN, el oxígeno que respiramos, el hierro que está en nuestra hemoglobina, el silicio que hizo posible las computadoras".
Desde hace más de una década, Velázquez Brito estudia los remanentes de supernovas. en particular el plasma y las ondas de choque que se generan.
El plasma astrofísico es básicamente gas caliente que emite luz. En sentido general, esta última es todo el espectro electromagnético: óptico, rayos X e infrarrojos y radio. Con telescopios y satélites se obtiene información de los plasmas porque éstos pueden emitir en alguna longitud de onda de luz.
La onda de choque con que finaliza la explosión propaga el material que se liberó (plasma), barre lo que encuentra a su paso y calienta el entorno estelar.
Básicamente, remarcó, estudio las ondas de choque, es decir supersónicas como un balazo, un latigazo o las que generan los jets en remanentes de supernovas en vientos estelares y en chorros (jets) astrofísicos.
Como los objetos HH, asociados con estrellas recién formadas, descubiertos por el mexicano Guillermo Haro y el estadunidense George Herbig.
En un comunicado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el investigador del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) explicó que un remanente de supernova (del latín nova, nueva, porque en la antigüedad la explosión de una de ellas se veía como una nueva estrella) es un cadáver estelar.
Agregó que un cadáver son los restos de una estrella que estalla al perder el equilibrio entre la presión de radiación y la gravedad. Una estrella genera energía mediante la unión de elementos. Si fusiona hidrógeno, obtiene helio; de helio, litio, "y así toda la tabla periódica".
Este proceso genera energía y elementos; no ocurre igual con el hierro, que le quita energía, hace que se desestabilice y explote. Es el caso de la supernova tipo II.
Al pasar por ese proceso, libera todos los elementos que son importantes para la vida y el ser humano: "el carbono para nuestro ADN, el oxígeno que respiramos, el hierro que está en nuestra hemoglobina, el silicio que hizo posible las computadoras".
Desde hace más de una década, Velázquez Brito estudia los remanentes de supernovas. en particular el plasma y las ondas de choque que se generan.
El plasma astrofísico es básicamente gas caliente que emite luz. En sentido general, esta última es todo el espectro electromagnético: óptico, rayos X e infrarrojos y radio. Con telescopios y satélites se obtiene información de los plasmas porque éstos pueden emitir en alguna longitud de onda de luz.
La onda de choque con que finaliza la explosión propaga el material que se liberó (plasma), barre lo que encuentra a su paso y calienta el entorno estelar.
Básicamente, remarcó, estudio las ondas de choque, es decir supersónicas como un balazo, un latigazo o las que generan los jets en remanentes de supernovas en vientos estelares y en chorros (jets) astrofísicos.
Como los objetos HH, asociados con estrellas recién formadas, descubiertos por el mexicano Guillermo Haro y el estadunidense George Herbig.
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