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CRONICA / LA BURLA / José Santos Navarro


El dinero seca la sangre del mundo, sorbe el seso del hombre. (Octavio Paz)
Altivo, burlón cogió la pluma fuente. Vanidoso miró el documento donde habría de estampar su capricho de pobre emperador -levantar un muro de odio- el multimillonario empresario y arrogante presidente de Estados Unidos, Donald Trump firmó el futuro de México. Como al diablo le brillaron los ojos.
Como cualquier empresario del mundo, como cualquier frío y calculador artesano del dinero, el mandatario norteamericano con pluma en mano, exhibió la debilidad y falta de carácter de los políticos mexicanos, quienes años atrás, auténticos cancilleres –diplomáticos de vocación y carrera- se encargaban de estos asuntos que hoy maneja un pobre hombre que sólo sabe de números y porcentajes.
Bullying político. Trump escogió a México para exhibirlo de puerquito, para espantar al mundo y mandar un mensaje aterrador. Si esto hace con sus vecinos, socios, amigos… ¡primos! ¿Qué no hará con otros países latinoamericanos, europeos, asiáticos y de cualquier parte del mundo. Con su actitud el mandatario gringo deja en claro que los mexicanos somos hijos de la Malinche y ellos, hijos de la Chingada y, como la Malinche y la Chingada eran hermanas, pues ahora, así, por decreto: dejamos de ser primos.
Donald Trump advirtió lo que iba a hacer y ya lo está haciendo. El problema en México es que su clase política –acostumbrados a que los políticos son mentirosos y sólo hablan de dientes para afuera-, hoy, el magnate presidente nos tiene bajo la suela de su zapato. La reacción fue tardía. Es más, todavía no hay reacción, son simples declaraciones, frases trilladas que sólo terminan por exhibir debilidad.
Cuánta razón tenía el escritor y diplomático Octavio Paz, cuando en su poema Entre la Piedra y la Flor, habla del poder del dinero sobre todas las cosas: El dinero es una faustosa geografía… El planeta se vuelve dinero, el dinero se vuelve número, el número se come al tiempo, el tiempo se come al hombre, el dinero se come al tiempo…
El dinero no dices tú eres: el dinero dice cuánto. Más malo que no tener dinero es tener mucho dinero. El dinero abre las puertas de la casa del rey, cierra las puertas del perdón. El dinero seca la sangre del mundo, sorbe el seso del hombre. (Hasta aquí la cita del poema).
Enrique Peña Nieto como todos los presidentes de México –al menos de los últimos 50 años- también han demostrado esa fuerte, rancia y larga amistad con el dinero y la ambición desmedida que los ha hecho perder el piso. Hoy, el mandatario mexicano tiene la gran oportunidad de pensar y actuar como un auténtico dignatario. Darse un buen baño de dignidad, pisar el suelo, ver a su país –no al México de los empresarios ni de la millonaria clase política-, no, al verdadero pueblo de México y con el tono fuerte y sostenido, manifestarse inteligente y enérgico por el bien de nuestro país. De lo contrario, los mexicanos estaremos observando un “suicidio político” o una venta de garaje; de traspatio.
Peña Nieto NO debe de ir a la cita que le dio el arrogante de Trump, sino buscar socios en otras partes del mundo.
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