De aquel presidente (José López Portillo 1976-1982) quien ante las enormes ganancias obtenidas por la explotación de yacimientos petroleros en México, aconsejó a los pobres, al pueblo aprendiera a administrar la riqueza. Hoy en la alegre y distraída agonía del 2016, otro mandatario, Enrique Peña Nieto recuerda al mismo pueblo que sigue siendo pobre, pero, con una clase política empoderada, bendecida por el diablo, adinerada y afortunada.
En el sexenio no lejano de López Portillo, abundaba el oro negro y la pobreza era transparente. México era famoso y envidia del mundo porque se descubrían nuevos yacimientos petroleros en el Golfo de México, incluso, aquel Jefe del Ejecutivo quien lloró y pidió perdón “a los desposeídos y dueños únicos de las carencias ancestrales”, también falló en su promesa de defender al peso “como un perro”. Hoy, no hay nadie quien llore ni defiende al peso.
Hoy la realidad en México es otra: “No se espanten”, pide con rostro alegre y bonachón el secretario de Hacienda, José Antonio Mead, ante el desabasto, caos y riesgo de una explosión social por la carencia del combustible, con el cual especulan –gobierno y grandes empresarios gasolineros- quienes esconden el combustible porque a partir del 1 de enero de 2017 subirá de precio, pero… “Nos e espanten” es la recomendación oficial.
Ante esta triste realidad el pueblo –ahora sí- se confirma como único dueño de las carencias ancestrales, cae en desesperación y las escenas en varios estados de la República son graves y peligrosas. Cientos de personas enardecidas hacen largas filas en las gasolineras para comprar unos cuantos litros de combustible para echar a andar la economía de millones de familias que dependen de un taxi, de un camión de pasajeros, de una fábrica, de un taller… No se espanten, dice el secretario de Hacienda.
Parafraseando el ex presidente López Portillo, hoy, el mandatario mexicano Peña Nieto podría decir también: “no pago para que me peguen”, porque muchos medios impresos y electrónicos, pero, principalmente en las redes sociales lo critican porque no hace mucho tiempo prometió que se terminaban los gasolinazos. Hoy, se vive el peor.
En enero de 2015 Peña Nieto dijo que no habría más gasolinazos, gracias a la reforma hacendaria. Afirmó que por primera vez en cinco años ya no habría aumentos mensuales al precio de la gasolina, diesel y gas LP y presumió que esto era en apoyo a la economía familiar.
Al inicio del 2016 Peña Nieto destacó que el año anterior el desempleo disminuyó y la inflación fue la más baja de la historia: “Estos son los beneficios de las reformas estructurales que eliminaron los gasolinazos mensuales. Presumió que desde el primer día de 2016 bajó el precio de la gasolina. Todo fue una gran mentira.
Hoy, su secretario de Hacienda, pide a los mexicanos: “no espantarse”. La iniciativa privada afirma que esta es una medida inflacionaria y desafortunada. Expertos advierten que el aumento al combustible impactará de inmediato en el transporte y alimentos.
Partidos políticos y diputados, asumen posturas débiles, hacen sonoras declaraciones pero nada efectivas. El Senado exige comparecer a funcionarios de Pemex y del Gobierno Federal, pero, todo quedará en poses, palabras, frases, dimes y diretes. La realidad, está en los ojos de las bombas despachadoras del combustible y en las urnas electorales del 2017 y 2018.
Se acabó el oro negro y pese a toda esa riqueza que se nos anunció y recomendó prepararnos para administrarla, ayer y hoy: no hay medicinas, ni camas, ni doctores, ni anestesistas en los hospitales del IMSS y de ISSSTE. Hay miles de rechazados en la UNAM y el IPN. El desempleo es galopante. Los salarios de hambre, el comercio ambulante crece, el empleo infantil una delicia para explotadores… ¿De qué sirvió la riqueza del oro negro? Contradiciendo a López Portillo: Ya ni llorar es bueno. Sólo nos queda prepararnos para administrar la riqueza del voto en el yacimiento de las urnas electorales.
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