Paúl Garza Rodríguez
Que el
resultado no sorprendió cuando Carlsen derrotó en las partidas rápidas por el
desempate a Karjakin?, no es cierto, eso probablemente pasa en el resto del
mundo que no sabe ajedrez y le van al campeón por antonomasia y otro porcentaje
por esa política antirusa.
Sin embargo,
los que no están del todo convencidos son los analistas científicos que si por
ellos fuera, le darían el mérito, más la oreja y el rabo a un valiente y sorprendente
retador que supo contener las embestidas de un bravo toro de mucho peso, si se
me permite metaforizar con la fiesta taurina.
En las doce partidas, sin dejarnos llevar por el
apasionamiento, la fama y la simpatía de ambos contendientes, de acuerdo con
las percepciones de los teóricos y sicólogos del juego ciencia, del
nacionalizado ruso Karjakin se esperaba una muralla tan sólida y tan alta para
evitar los agresivos ataques del campeón, lo cual logró, pero quien dejó mucho
que desear fue un desfigurado, nervioso
e inestable Magnus.
Nadie puede
negar que el campeón se levantó cuantas veces quiso, sus facciones se
distorsionaron cuando el estrés lo sacudía internamente y por si fuera poco, sus
gestos, ademanes y su atropellada forma de hablar lo evidenciaban al punto de
explotar ante su impotente rabia por pulverizar a un tempano de hielo que pudo
costarle su desgracia cual Titanic hundido por el impacto del Iceberg.
En otras
palabras, por más que buscaba sorprender con alguna genialidad fuera de la
teoría, se encontró con una respuesta tan contundente del ucraniano de origen que
en la mayoría de las partidas se salvó de perder por los contrataques que llegaron
a desestabilizar al noruego, refugiándose en unas cobardes tablas en vez de
responder al desafío.
La mera verdad
es que no vimos al genio Carlsen que muchos de sus fans queríamos ver, que nos
sorprendiera y demostrara por qué era el número uno del ajedrez mundial, como
lo hiciera en su momento Bobby Fischer quien se crecía en proporción del ataque
de su rival con respuestas tan contundentes que ponían punto final a la partida
ante los estupefactos soviéticos.
Retuvo la
corona mundial de ajedrez Carlsen?, si la retuvo oficialmente, pero no
convenció y es inmerecido que se ostente como indestructible cuando esa corona
la dejó muy abollada el protegido del Presidente de Rusia quien anhelaba por
razones mediáticas y políticas, el regreso de un título que por décadas
presumió la otrora URSS.
Qué sigue
ahora?, pues con la novedad de que Karjakin ya demostró que el León no es el
Rey de la Selva y que tiene sus debilidades, principalmente el emocional que no
ha podido controlar y que lo reflejó durante todo el match.
Este
resultado generará a su vez la confianza en grandes maestros como Fabiano
Caruana y Nakamura, quienes seguramente le perderán el respeto al niño escandinavo
y desde luego añadirán más preparación teórica,
pero sobre todo más control mental, factor fundamental para resistir mientras
Carlsen siga al borde de la locura.
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