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EL EFECTO TRUMP / Samuel Cepeda Tovar


Eran causas previsibles, aunque ciertamente no evidentes, pero el que Donald Trump haya sido electo presidente de los Estados Unidos de América, resulta ser la culminación de una serie de eventos que desembocó en confirmar la tesis del politólogo Samuel P. Huntington: “la inmigración mexicana, es una nueva amenaza capaz  de acabar con el predominio de la cultura anglo-protestante y blanca característica de este país”. Todo esto a través de la “reconquista” demográfica mexicanizando áreas al igual que sucedió en La Florida con la Cubanización.
El intelectual fue enfático en ese texto que desde luego causó repudio sobre todo en la comunidad hispana de origen mexicana.
No obstante, aunque dura, la tesis de Huntington estaba sólidamente fundamentada y empíricamente era irrefutable. En aquellos años, el politólogo se atrevió a escribir el sentir de una gran parte de los estadounidenses que con el paso de los años, encontraron en un candidato con un discurso incendiario y agresivo contra los inmigrantes la culminación “práctica” del trabajo teórico de Huntington.
Y es que el discurso del ahora presidente electo, llevaba invectivas directas contra la comunidad mexicana, aunque no exclusivas, pues su discurso después se extendió a la comunidad musulmana.
Ahora bien, otro factor que sin duda fue causa del efecto Trump, fueron los terribles atentados perpetrados por el Estado Islámico en países occidentales, particularmente en Francia, dejando en evidencia los efectos perniciosos del extremismo fundamentalista y que se culpó sin duda de estos lamentables sucesos a la política de puertas abiertas que caracteriza a toda sociedad democrática, surgiendo con ello líderes que recogieron el temor de muchos ciudadanos argumentando que la única garantía de seguridad es expulsar a todo aquél extranjero o inmigrante que por el hecho de no pertenecer a la cultura oriunda puede atentar contra el “establishment”.
 Donald Trump en Estados Unidos, Marie Le Pen en Francia son la mejor prueba de esa nueva tendencia que reclama proteccionismo y ostracismo, y la mejor prueba sin duda previa a la elección de Trump, fue el BREXIT, que dejó en claro que la tendencia es ya irreversible.
Era bastante iluso pensar que una serie de debates y que resultados de encuestas en un sistema representativo indirecto definirían el rumbo de una nación que sin duda reclama seguridad, soberanía, predominio de raza anglo-protestante (no católica), y que encontró en un discurso agresivo la solución a  esas demandas de reconstrucción de identidad.
 La fórmula es sencilla: causa y efecto, y lamentablemente estas dos causas (rescate de identidad y el miedo a la amenaza del fundamentalismo) han sido sin duda el resultado del efecto Trump.
Desde luego que vienen tiempos difíciles para nuestro país, pero es precisamente en estos momentos, en que debemos de replantear como sociedad y nación el daño de depender económicamente de una nación que sin duda ha sido arrastrada de manera vertiginosa por la ola de la extrema derecha que está dejando su marca dentro del nuevo orden geopolítico. Es tiempo de avanzar.




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