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LA REFORMITA / Samuel Cepeda Tovar

Imagínese usted que una patrulla de policía de cualquier orden capta en flagrancia a unos ladrones ingresando de manera forzosa a una casa habitación, pero que de manera intempestiva, se pasan de largo, pues a pesar de haber visto el acto en flagrancia, mientras nadie les reporte el robo, ellos no pueden hacer absolutamente nada.  Así de burda resulta ser la respuesta de las autoridades federales ante los maestros faltistas de Michoacán y Oaxaca que se la pasaron realizando manifestaciones agresivas e insultando y atacando físicamente a aquellos docentes que sí se sometieron a las primeras evaluaciones educativas derivadas de las reformas en materia de educación, pue según las autoridades, que ahora controlan la nómina magisterial, mientras los supervisores o autoridades estatales no reporten las faltas, los docentes recibirán sus quincenas de manera íntegra aplastando con ello la reforma o reformita en materia educativa.
Me pregunto entonces de qué sirvió que la Suprema Corte de Justica haya declarado ya constitucional la Reforma Educativa, es más, la misma corte ha sido categórica al afirmar que son igualmente constitucionales los artículos de la reforma educativa que prevén el despido de los maestros que falten tres días continuos o más en un mismo mes, sin causa justificada. Igualmente me pregunto de qué sirvió haber apoyado la iniciativa de Mexicanos Primero para firmar la petición de volver a echar andar la reforma cuando previo a la elección federal fue suspendida indefinidamente. Y es que de nada sirve que tengamos evaluaciones si de entrada, no se cumplen artículos tan simples y contundentes como el relativo a la asistencia de la Ley General del Servicio Profesional Docente. Lo cual simplemente significa que mucho menos se actuará contra aquellos docentes que reprueben los exámenes, aunque parte de la reformita, señala que los maestros diletantes que no puedan aprobar los exámenes de manera consecutiva, serán retirados de las aulas, pero no despedidos, sino reasignados a tareas administrativas. Y entonces, ¿Cuál es el verdadero castigo a acciones punitivas contra los maestros faltistas y diletantes o maestros “no idóneos”?
Me parece que la reforma hizo demasiado ruido y generó demasiadas tensiones para terminar siendo una reformita timorata y de corto alcance, vacua e ineficiente a la hora de cumplir su supuesto cometido: mejorar la calidad de la educación en un país de reprobados según datos de organismos internacionales y cifras propias de autoridades en la materia. Clásico en nuestro país: todo cambia para seguir igual, grandes leyes y preceptos en papeles que no trascienden la tinta con la que están escritas.
Al menos para esta reforma, la simulación fue nuevamente la regla y de fondo, de manera ignominiosa, nuestro sistema educativo se sigue cayendo a pedazos condenados al subdesarrollo económico, político, cultural y social.




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