News
Loading...

INCREMENTO PERNICIOSO / Samuel Cepeda Tovar



Sin duda alguna el endeudamiento gubernamental jamás es bien visto por ninguna sociedad, mucho menos es saludable y suele ser en muchas ocasiones más pernicioso que benéfico. Sobre todo en países como el nuestro en que dicho fenómeno suele estar relacionado directamente con la corrupción. Casos emblemáticos como el de López Portillo quien a pesar de la bonanza petrolera termino triplicando la deuda de nuestro país durante su gobierno, hasta el a todas luces escandaloso caso de la deuda coahuilense que no deja de lastimar a la sociedad de dicha entidad al desconocerse hasta el momento el destino de más de la mitad de dichos recursos contraídos en préstamos de forma ilegal. Pues bien, resulta que según datos de la compañía financiera Bloomberg, la deuda pública en nuestro país se ha incrementado de 38 a 46% con respecto a nuestro PIB en el periodo de 2013 a 2015, es decir, ni siquiera los dos últimos gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón incrementaron juntos en 12 años el endeudamiento como los niveles a los que se ha incrementado en el actual gobierno de Enrique Peña Nieto en tan solo dos años.
Además de este exponencial incremento, el cual parece injustificado a simple vista, pues no se ve ni el crecimiento ni el desarrollo por ningún lado, la actual caída de los precios del petróleo y la apreciación del dólar han vuelto mucho más costosa la amortización parcial de dicho endeudamiento, pues el mismo se paga en dólares.  Cabe mencionar que nuestro actual endeudamiento asciende a la cantidad de 6 billones 230 mil 564.4 millones de pesos, cifra que, según el Fondo Monetario Internacional, es cercana a la de 1996, año de la crisis producto del llamado “efecto tequila”.
Aquí, sin embargo, más que hablar de números, es necesario saber si dicho endeudamiento ha mejorado los niveles de vida de los mexicanos, pues se supone que todo crédito contratado por cualquier gobierno lleva la intención de potenciar el crecimiento y el desarrollo a través de planes y acciones que deben estar sustentadas de manera tal que se justifique la necesidad de la contratación del crédito, acompañado dicho ejercicio de gasto de una buena dosis de transparencia que permita vigilar el adecuado uso de dichos recursos.  El problema, empero, es que dicho beneficio no asoma por ningún lado, aunque ciertamente uno puede imaginar con qué recursos se pagan programas vacuos y estériles como el de subsidiar televisiones o pantallas, viajes onerosos al exterior de autoridades y funcionarios o gastos en recibir a personajes religiosos que ciertamente en nada abonan al desarrollo de esta vapuleada nación.  
El de Peña Nieto ciertamente ha sido un gobierno mediocre, que ha errado en mucho y gastado en exceso, a niveles que simplemente superan dos sexenios consecutivos. Se supone que a partir de este año, el presupuesto del gobierno federal seria base cero, con lo cual se eliminarían gastos innecesarios, lo cual hasta el momento no se ha visto, y en lo que único que se han hecho recortes, es en el CONACYT, la SEP, y en el presupuesto para los pueblos indígenas, recortes en áreas que simplemente no tienen razón de ser.

Exiguo crecimiento, tijerazos presupuestales erróneos y endeudamiento exponencial, son los resultados que hasta el momento reflejan la incapacidad de un gobierno que sigue sin encontrar la salida del atolladero y que en su pernicioso proceder, condena al endeudamiento a generaciones que aun ni siquiera existen. 
Share on Google Plus
    Blogger Comment
    Facebook Comment

0 comentarios :

Publicar un comentario