Terminadas las campañas políticas y las elecciones, viene un período de
indiferencia.
Los ahora
electos diputados federales ya olvidaron sus compromisos.
La
transformación camaleónica desilusionará a esa ciudadanía ávida de un cambio en sus nuevos representantes ante el poder.
Esperamos equivocarnos y que por lo menos haya una que otra excepción.
Pero
difícilmente verán cumplidas algunas de sus pregonadas promesas y compromisos.
La cultura
de la decencia, la honestidad en el decir y el hacer, son principios aun
todavía inalcanzables.
El tiempo es el juez implacable. Sin embargo, es deseo común que los
legisladores hagan su trabajo y su tarea.
Muchas cosas
por hacer, principalmente de limpiar la basura heredada de la anterior legislatura
con absurdas leyes que empobrecieron más al pobre y desalentaron al
inversionista a seguir generando fuentes de trabajo.
Un gobierno
feroz por exprimir con impuestos empezando con el más incauto de los
contribuyentes hasta los grandes empresarios asesorados por contadores y
abogados fiscalistas.
Ya nada más
falta que paguemos impuesto por respirar el aire para vivir.
Mientras el
peso se sigue devaluando frente a un fortalecido dólar, los precios del
petróleo mexicano siguen a la baja.
De verdad,
ojalá estos representantes del pueblo ante la cámara de diputados se pongan la
camiseta de la gente de a pie, porque con estas disposiciones no dejan
invertir, ni producir y mucho menos abrir nuevas fuentes de empleo, pero ojo, me
refiero a empleos bien pagados y no con contratos de un mes.
Mucho trabajo les espera para que equilibren la balanza entre los que más
tienen, con los que viven al día con un salario miserable.
En este
Distrito No. 1, será obligatorio en la agenda legislativa abordar de nueva cuenta
la desaparición de la franja fronteriza, el incremento del 16 por ciento del
IVA cuando se pagaba el 11 por ciento, la homologación de las tarifas
eléctricas, más hospitales de salud e incrementar las pensiones miserables que reciben la
gente de la tercera edad.
En fin,
señores diputados, a trabajar por el bienestar del pueblo, no para enriquecerse
en lo particular.
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