Varias
revistas y empresas consultoras nos han denominado así, la generación Y,
generación milénica o milenial, o en otras palabras: millennials. Aquéllos que
nacimos entre los años 1980 y 2000 y que nos hicimos adultos con el cambio de
milenio. Con características propias y bastante particulares derivadas del
avasallante e inexorable paso del tiempo, esta generación se caracteriza, según
FORBES, por ser 100% digitales, multi pantallas, nomófobos, sociales y
críticos.
En
lo personal, siempre me ha parecido absurdo distinguir generaciones con
criterios tan generales y poco metódicos, pienso que una sociedad muestra visos
de transformación generacional cuando suceden cambios tan drásticos como el de
la reciente Primavera Árabe, que supuso el fin de varios dictadores en países
como Túnez, Libia y Egipto, sin embargo, no solo se trata de rebeliones contra
sistemas opresores, sino de efectividad, pues de poco sirve derrocar dictaduras
sin proyectos propositivos a mediano y largo plazo que realmente transformen la
estructura de un sistema social. Más absurdo me parece aún, que jóvenes de un
partido político intenten demostrar a una sociedad desgastada por el proceder
de la clase política, que son una generación diferente, dispuesta a cambiar lo
que sus antecesores hicieron mal. De entrada podemos pensar que se trata de un
grupo de jóvenes que como todos, merecen el beneficio de la duda, no obstante,
el problema principal es que se niegan a hablar sobre temas incómodos que les
resultan difícil de defender, además, les es imposible criticar o cuestionar
temas evidentes que ponen en tela de juicio el correcto proceder de la clase
política: endeudamiento, corrupción, nepotismo, etc. Y es que el primer paso
para poder enderezar el camino es aceptar la enfermedad, y estos jóvenes que
dicen representar una nueva visión en base a causas y no intereses observan su
primer gran yerro: eludir temas que deben enfrentar y criticar para ser
congruentes con el cambio que dicen representar. Así mismo, enarbolan un
poderoso agente de cambio sin especificar de qué manera lo harán y bajo qué
condiciones. En lo personal conozco a varios de estos “revolucionarios
mileniales”, y la verdad, lo único que los diferencia de los llamados
dinosaurios de su partido es la edad, pues son jóvenes que apelan a su fresca
imagen para intentar ganarse la confianza de quienes tradicionalmente han
vivido con la inveterada frase del cuento de
Augusto Monterroso: “y cuando
despertó, el Dinosaurio todavía estaba ahí”. La verdad solo como es: son lo
mismo, pero intentando vender una imagen basada en un cambio generacional, como
si eso fuera garantía de pragmatismo político. Si de veras quieren representar
una trasformación generacional, deben empezar a cuestionar hacia dentro de su
partido, a exigir mejoras en los procesos internos, a tender puentes solidos
entre sociedad y sistema de partidos, y sobre todo, a empatizar con la sociedad
rompiendo con el silencio sobre temas escabrosos que solo los vuelve cómplices
de aquello que dicen no ser. Son PRIENNIALS, son un neologismo conceptual
coyuntural, son solo eso.
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